Me dijeron que tenía que olvidarte, que no me merecía pasar por todo lo que estaba pasando. Pero quiero que ahora me mires y seamos realistas, ¿realmente nos merecíamos todo ese dolor? ¿Todo ese sufrimiento que los dos sabemos que nunca se irá del todo?
Me secaste las alas para que pudiéramos volar juntos, poder ver las mejores vistas de la tierra, cogidos de la mano, con tu única intención de soltarme al vislumbrar el punto más alto de la atmosfera.
Yo, que nunca te confesé mi vértigo, confié ciegamente en la magia de tu aleteo, pero resultó ser el peor truco de magia que he visto en toda mi vida.
Te miro y aún sigo soñando, porque te tengo que decir que nunca dejé de hacerlo. Dime que lo recuerdas, que recuerdas todas las veces que te conté la ilusión que me hacía soñar un futuro a tu lado.
Porque ahora todo lo que nos queda es recordar que un día fuimos, y que también, valió la pena…